La razon por la cual Borges no logra tan preciado reconocimiento es por que el 22 de septiembre de 1976 (un mes antes de la votación) Borges había hecho algo que no tenía nada que ver con su literatura magistral: visitó en audiencia solemne al general Augusto Pinochet. "Es un honor inmerecido ser recibido por usted, señor presidente", dijo en su desdichado discurso. "En Argentina, Chile y Uruguay se están salvando la libertad y el orden", prosiguió, sin que nadie se lo preguntara. Y concluyó impasible: "Ello ocurre en un continente anarquizado y socavado por el comunismo". Era fácil pensar que tantas barbaridades sucesivas sólo eran posibles para tomarle el pelo a Pinochet. Pero los suecos no entienden el sentido del humor porteño. Desde entonces, el nombre de Borges había desaparecido de los pronósticos.
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